Tras el estallido de parte del complejo, fue devuelta a Ravensbrück, con tan mala suerte que el convoy en el viajaba sufrió un bombardeo aliado.
En el Campo Ravensbrück fue castigada con dureza por las SS. Fue torturada y violada por los SS. Al quedar embarazada, los médicos aprovecharon el embarazo para hacer experimentos genéticos con ella y como resultado abortó. También de esta época son la graves mordeduras de perros en todo el cuerpo. La jauría le arrancó grandes trozos de carne de las piernas.
En el campo fue directamente asignada al “pabellón de las gitanas”, el nº 28, condenadas a las cámaras de gas. Estaba demasiado malherida para trabajar y sólo esperaban para gasearla. Pero ella, que apenas podía caminar sola, sacó fuerzas de flaqueza para descargar vagones de carbón y patatas hasta que, tras una paliza por unos vigilantes, fue ingresada con un brazo roto. Entró en un intercambio de prisioneros de Cruz Roja. Fue traslada a Frankfurt y, desde allí, a Dinamarca para pasar a Suecia y ser liberada en Estocolmo.